miércoles, 28 de junio de 2017

EL FULBO

La primera vez que vi un partido de fútbol en vivo fue en Laborde, en cancha de Olimpo. Era domingo, había sol. La mesa del asado estaba completa. Recuerdo estar pateando una pelota contra el portón de chapa del galpón del fondo de la casa de mis abuelos. Era un portón naranja con manchas de óxido que hacía mucho ruido cuando lo golpeaban. Después es todo confuso. Recuerdo autitos tirados, y gente fumando, comiéndose los nervios. El ambiente estaba inundado por el humo de cigarrillo que salía de las bocas como si fueran chimeneas de barcos. Ahí pierdo el hilo, pero lo recupero entrando a la cancha de Olimpo. Era el partido de vuelta de la final, a la cual habían llegado los 2 equipos de Laborde, de donde es mi familia paterna. Ellos son todos hinchas de Recreativo, el otro club. Las camisetas son las mismas que el clásico de Rosario: Olimpo Central, Recreativo Ñuls. Increíblemente, mi bisabuelo es socio fundador de ambos clubes, pero la familia se hizo toda de Recreativo. Con respecto al pArtido, me la pasé mirando las camisetas, las hinchadas y el pasto. No me olvido más ese verde. Era una cancha real, un partido real. No recuerdo el resultado, pero salió campeón Olimpo. Si recuerdo las lágrimas. Todo el mundo lloraba y eso a un nene de 4/5 años lo impacta. ¿Por qué me acuerdo de esto? Porque anoche sumé una frustración más, esta vez con Independiente. Ahora ya soy un adulto, y el fútbol me sigue importando. Cuando terminó el partido, entre la bronca de quedar afuera momentáneamente de un torneo importante y la frustración de haber cagado a pelotazos al rival y no haber ganado, me pregunté dónde estaba la semilla de todo esto. Y la encontré ahí, en ese partido, mi primer partido en vivo. Ver a toda esa gente llorar me enseñó 20 años después lo importante que es el fútbol, pero también que no es la vida. Las frustraciones futbolísticas están a la orden del día. Tanto en el fútbol como en la vida, las tristezas son más que las alegrías, pero a diferencia de la vida, en el fútbol la tristeza y la frustración se van, pasan. En la vida, puede que nos acompañen hasta que cerremos los ojos para dormir eternamente.

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