miércoles, 7 de junio de 2017

FRIO

El día empieza de noche. Durante el invierno, levantarse implica hacerlo en la oscuridad casi total. Casi, porque el sol apenas asoma sus primeros rayos, sin fuerza, como en una rutina. Automatizado. La vida es una rutina constante. Incluso quienes dicen no tener rutina, tienen rutina. Decir que no la tienen. El mundo donde nos movemos es rutinario. La misma vuelta. El frío se cuela por los recovecos de tela y llega hasta el fondo de los huesos. Penetra en nuestro cuerpo como los dientes de un león hambriento desgarrando la carne de su presa. El sol de invierno es una fuente de luz, más no de calor. Nos ilumina el entorno, el cuerpo, el alma pero no calienta. El frío gana. Por fuerza, por envolvente, por hostil. El frío es sinónimo de hostilidad.

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