La cotidianeidad se puede hacer literatura. Intento hacerlo. No prometo buen resultado.
lunes, 31 de julio de 2017
LA NUBLADEZ
No entiendo a la gente que no le gusta los días nublados. El cielo es hermoso, quizás de lo más lindo que podemos apreciar cuando está en su celeste más fulgurante, pero los días nublados también tienen su encanto.
La espesa capa de nubes en distintos tonos de grises se convierte en una especie de telón por el cual no se puede colar ni una rendija de sol. El cielo es celeste, pero ese telón impide verlo.
Al igual que nuestro futuro. Sabemos que está ahí, pero no sabemos nada más. La nubladez.
La verdad que no sé si esa palabra existe en el diccionario de la Real Academia Española ni tampoco sé si puedo utilizarlo con la excusa de la licencia poética, ya que creo que ese título, poético, no me corresponde. Sólo escribo.
Volvamos a los días nublados, o a la nubladez. Linda palabra. Los días nublados tienen un halo de misterio que los vuelve atractivos, aún inconscientemente. Caminar en los días nublados es como caminar dentro de una novela de Sherlock Holmes. En una película ambientada en Berlín en plena guerra fría.
Al contrario de las mayorías, pienso que los días nublados incitan más a la reflexión interna, a pensar, a leer, a encontrarse con uno mismo. No desde la autoayuda, sino desde lo más profundo de nuestras almas, siempre y cuando demos por hecho que el alma existe. ¿Será nuestra voz interna?
El día, o los días nublados invitan a la tranquilidad. A pensar nuestras cuestiones existenciales. Son como silencios que nos gritan. La calma antes de las tormentas.
La nubladez es la antesala de un día soleado. Es un freno en la vida ajetreada que llevamos. Un escape a nuestra mente, nuestro cuerpo, nuestro espíritu.
Es el punto y aparte en un párrafo que está por escribirse.
viernes, 21 de julio de 2017
¿FRACASAR?
Fracasar. Parte de la vida, o por lo menos de esta vida ¿Se fracasará en otra vida? No lo sé ¿Quién lo sabe?
El fracaso siempre duele. Solo hay que saber llevarlo. Varía según la persona. O creo. Tampoco lo sé. Hay quienes lo toman como el fin del mundo, el mismísimo Armagedón. Hay otros, los menos, que se lo toman como algo más, algo por lo que hay que pasar.
No sé cuál es la forma de enfrentarlo, pero de alguna manera hay que hacerlo. Todos en la vida fracasamos. En el trabajo, en el amor, en las amistades, en las banalidades, en casi todo lo que nombre, alguien alguna vez fracasó.
Pareciera que el fracaso es inherente al ser humano. Cuando el hombre fue creado ( ¿fue creado?) vino con cualidades innatas, entre ellas el fracaso. Porque el fracaso puede ser una cualidad. ¿Qué tiene de malo fracasar?
Del fracaso surgen muchas posibilidades. La que más me gusta, me seduce, me llama, es la del arte. Las cosas más bellas se pueden realizar a partir del fracaso.
Mis fracasos son mi inspiración, como lo eran los sueños para Dalí, el bloque de mármol para Miguel Ángel o el infierno para Dante. Obviamente que yo no soy un artista, pero me encantaría serlo.
También me gustaría fracasar menos, pero es inherente a mí. No sé si al ser humano en general, pero a mi si. Aunque por otro lado, en lo más recóndito de mí, me gusta fracasar. Me permite sentarme a escribir. Con eso es suficiente para, en el fondo, empezar de nuevo.
martes, 18 de julio de 2017
LOS DUEÑOS
Para ellos el cielo es el límite. Para nosotros es intentar despegar del suelo. Los sueños son los mismo pero ellos los pueden hacer realidad. Nosotros debemos conformarnos con migajas de esos sueños.
El papel que todo lo compra, el papel que todo lo paga. Papel que nosotros vemos en cantidades ínfimas.
La sociedad funciona gracias a ese papel, pero solo funciona para ellos, que, básicamente, son los que tienen más. Esos seres que tienen los papeles manejan el mundo. Para nosotros no funciona, pero no tenemos otra posibilidad. No manejan el mundo, pero nos hacen creer que sí.
Lo correcto sería decirle ‘’ los dueños del mundo’’. Manejan la economía, la política, las industrias. Ellos tienen derecho, pero no obligaciones. A nosotros nos dicen que tenemos obligaciones pero no derechos.
Su libertad es sinónimo de liberalismo económico, más no social ni tampoco civil. Para ellos la pobreza es culpa de los pobres. No deberían haber nacido.
Tienen el concepto absolutista del derecho divino. Ellos son dueños del mundo por derecho divino, no por desplazar a miles de millones.
Algunos sienten algo parecido a la culpa y hacen un poco de caridad. Una vez que consiguen todo lo que quieren, nos tiran las sobras. Desde arriba, desde el olimpo a donde los subió el sistema. Nunca bajan a ver cómo estamos. Hasta inventaron una palabra para vanagloriarse, filantropía.
Los dueños del mundo también son dueños del pensamiento, de las ideas, de la vida. Indirectamente matan a millones a través de la acumulación concentrada. Tienen infinitos aparatos que nos reproducen sus ideas, haciéndonos creer que también son nuestras, que alguna vez nos tocará a nosotros.
Nunca seremos como ellos.
miércoles, 12 de julio de 2017
INVIERNO EXCEPCIONAL
Falta de inspiración.
Es como si estuviera con la mente en blanco constantemente.
Los pensamientos no surgen.
Las ideas no se muestran.
Las palabras no fluyen.
Bloquearse es parte de ser escritor.
Si es que yo puedo llamarme escritor.
Me parece una definición que me queda muy grande.
Yo solo juego a escribir.
Escritor es otra cosa.
El invierno solía ser fructífero a la hora de escribir.
Este es la excepción.
Las nubles nublan mis ideas.
El frío congela las palabras.
El viento se lleva los pensamientos.
Hay que pasar el invierno.
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