lunes, 6 de agosto de 2018

LOS BORDES

Los habitantes del barrio ‘’Ciudad Nueva’’ están habituados a vivir en los bordes. Años atrás, se asentaban en la costa del Río. Hoy su antigüo barrio está ocupado por una costanera que, en épocas de carnaval, se usa de corsódromo. A ellos los trasladaron a otro sector, alejados de su lugar de origen. Los llevaron hacia el sur de la ciudad, y les dieron una casa a cada familia. Coloquialmente, se conoce al barrio como ‘’las 400’’. El barrio limita con Casasnovas. La frontera barrial es la calle Francisco Zarco. El sol de agosto y el calor primaveral hacen olvidar por un rato el invierno. Es la hora de la siesta y poca gente anda por la calle. En el centro de la comunidad, se encuentran la escuela, el jardín, el SUM y una plaza bastante grande que siempre está llena de niños y jóvenes. A esta hora, la mayoría de los adultos están descansando de una mañana dura de trabajo, actividad que continuará por la tarde. La música suena fuerte en distintos puntos del barrio. Cumbia, cuarteto y reggaetón son los ritmos que rompen con la monotonía del lugar. Más allá, un hombre deja su carro enfrente de su casa y ata el caballo que lo tira. Él también tiene que descansar. Un grupo de chicos juega al fútbol en la cancha detrás del SUM. En la plaza, varios jóvenes están agrupados , charlando vaya a saber de qué, fumando, disfrutando del clima generoso que les ha tocado. Un detalle que no es menor es los que rodea a la escuela: está completamente alambrada, incluso con púas, y en las esquinas tiene cámaras de seguridad. Un panóptico escolar. En ese barrio, marginado y estigmatizado, hay gente que busca algo más. Camina hasta el SUM en busca de un derecho que le fue privado por la vida. Decir vida es ser generoso, más bien privado por el sistema quedaría más acorde. Ese grupo rompe su rutina para ir en busca de la alfabetización que les fue negada. Por propia voluntad se acercan. Corre el mate amargo y ellos , entre actividad y actividad, conversan sobre su vida y sus raíces. Entre mate y mate cuentan por qué van allí, su vida familiar, sus problemas, sus peleas y reconciliaciones. Escuchar y no ceder ante lo que se oye es todo un ejercicio anímico. Hablan con naturalidad sobre la vida que les ha tocado, y también sobrevuela en la charla una fé inquebrantable en Dios, Ser Supremo que los ha puesto allí, y confían en que ‘’le va a tirar un centro’’. Anhelan una vida con menos golpes y más alegrías y allí, en la siesta de un día primaveral de invierno, en el SUM del barrio ‘’Ciudad Nueva’’, quieren comenzar a conseguirla.

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