jueves, 2 de agosto de 2018

LUCHAR

``No tengo más ganas de luchar’’ Esas palabras se clavan como un puñal en el corazón. Fueron pronunciadas por una persona cuya vida está plagada de adversidades. De todo tipo. Económicas, físicas, emocionales. Adversidades del alma. Estar en contacto con las comunidades barriales marginadas por el sistema y la sociedad hace que esa frase no sea infrecuente. Incluso, que sea entendible. ¿Qué sentido tiene luchar una vida que da pocas alegrías y muchos golpes fuertes? Pero ahí es donde está la dignidad de los nadies del sistema. Siempre encuentran una razón para seguir adelante. Siempre hay un caballo que tira del carro, siempre hay un carro, una moto, una bicicleta o piernas para andar, para seguir viviendo y sobreviviendo a pesar de todos los golpes que reciben. Los nadies dejan de ser nadies. Son humanos, personas de miradas duras y corazón caliente que le hacen frente a su realidad y quieren cambiarla. Lo hacen como pueden. Algunos trabajan, otros se involucran en los asuntos del barrio, otros lo hacen desde la educación básica. Si, hasta eso les han negado, y sin embargo ellos deciden educarse, deciden seguir trabajando, deciden estar presentes en la comunidad. De eso se trata. De mirarse, humanizarse, de saberse una persona con derechos y deberes, de seguir siempre mirando el horizonte, sabiendo que allí espera la dignidad, lista para acompañar a quien decida ir por ella.

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