La cotidianeidad se puede hacer literatura. Intento hacerlo. No prometo buen resultado.
martes, 24 de enero de 2017
LAS VIDAS DE JOSÉ Y HERNÁN
José Fragueiro fue niño alguna vez. Nació en una familia de clase muy alta y siempre tuvo todo lo que quiso. La bicicleta, los últimos juguetes del mercado(palabra que adquirirá la categoría de deidad en su adultez), ropa de marca y vacaciones con papá y mamá.
José siempre tuvo un plato de comida en la mesa. Desayuno, almuerzo , merienda y cena. La niñez de José fue de juegos, risas, llantos, colegio y familia.
Hernan Pucetta también fue niño. Nació en un barrio bajo de calles de tierra que se inundan cuando llueve y que levantan polvo cuando hay viento. De mayoría de casas de chapa y focos colgando en las esquinas como única iluminación.
El papá de Hernán tenía un taller con el que a duras penas conseguía recursos para alimentar a su familia. La mamá, por su parte, limpiaba hogares como el de José. Ya en la niñez, Hernán fue testigo de como su padre tuvo que cerrar el taller y comenzar con las changas esporadicas .
José creció, terminó el secundario en una de los mejores colegios de la ciudad y pudo estudiar en la universidad sin la necesidad de trabajar. Se recibió de licenciado en economía y comenzó a trabajar en las empresas de su padre. Con el paso de los años adquirió un nombre dentro de su mundo profesional y escaló hasta llegar a la función pública. Se casó con una señorita de alcurnia como él y tuvieron 3 hijos.
Hernán también creció. A los 11 años comenzó a trabajar para ayudar en la economía familiar. Primero acompañaba a su padre, pero después empezó a conseguir changuitas propias como repartidor. Terminó el primario y comenzó el secundario pero tuvo que abandonarlo en primer año porque su madre fue despedida de su trabajo de limpieza, único ingreso estable de la familia. El barrio de la infancia se volvió más violento y ya a los 13 años tuvo su primera experiencia con la ilegalidad robando una verdulería. Esa salió bien. La segunda no, y Hernán pasó su primera noche en un frío calabozo policial. Primera de muchas. Hernán robaba porque tenía hambre.
Se casó con una chica de su barrio y tuvieron 3 hijos.
Hace poco, en una entrevista, José dijo que los chicos que nacen en las villas eran animalitos salvajes que odian la educación. José no conoce a Hernán ni a sus hijos, pero los odia. Los considera animales. Les quita todo rasgo de humanidad.
La reacción de Hernán nunca llegará. Está en la cárcel por asalto a una carnicería. Los hijos de Hernán, que ya trabajan, crecerán sin padre. No recibirán educación, pero no por ser animales, como piensa José, sino porque el sistema que a José le dio todo, a ellos se lo negará.
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